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de las grandes. Decidimos izarlo a bordo del Snark. Dijo que su salud era buena, que haca tiempo
que no tena fiebres y que, a excepción de su brazo, estaba perfectamente. El brazo pareca estar
paralizado. Pero se rea de su parlisis. Ya la haba padecido con anterioridad y se haba curado.
Era una enfermedad habitual entre los nativos de Santa Ana, nos dijo. Pero mientras lo
ayudbamos a descender a la cabina, su brazo golpeaba como muerto por todos los escalones. Fue,
sin lugar a dudas, el husped de peor aspecto de cuantos tuvimos a bordo, y eso que llegamos a
recibir las visitas de no pocas personas afectadas de lepra y elefantiasis.
Martin le preguntó por las lceras, pues ste pareca ser un hombre en el que se poda confiar. Y
realmente deba de saber algo al respecto, a juzgar por la cantidad de cicatrices que luca en sus
brazos y piernas y por las lceras vivas que aparecan en el centro de las cicatrices. Oh, uno se
acostumbra a estas lceras dijo Tom Butler-. Nunca son realmente graves hasta que llegan a
profundizar demasiado en la carne. Entonces atacan las paredes de las arterias, las arterias se
revientan y toca funeral. En esta isla han muerto recientemente muchos nativos por esta causa.
Pero por qu preocuparse? Si no son las lceras ser otra cosa en las islas Salomón.
Me di cuenta de que a partir de ese momento Martin mostraba un creciente inters por sus
propias lceras. Las aplicaciones de sublimado corrosivo eran cada vez ms frecuentes y, cuando
con versbamos, cada vez hablaba con ms entusiasmo del sansimo clima de Kansas y de
cualquier otra cosa que hiciese referencia a Kansas. Charmian y yo opinbamos que California
tampoco estaba nada mal. Henry soaba con su isla de Pascua, y Tehei aoraba Bora Bora;
mientras que Wada y Nakata alababan las condiciones sanitarias de Japón.
Una tarde, mientras el Snark costeaba alrededor del extremo sur de la isla de Ugi en busca de un
conocido fondeadero, un tal seor Drew, misionero de la Iglesia anglicana que navegaba en su
lancha hacia la costa de San Cristóbal, se abarloó a nosotros y subió a bordo para cenar. Martin,
que llevaba las piernas cubiertas de vendas de la Cruz Roja y pareca una momia, desvió la
conversación hacia el tema de las lceras.
-S -dijo el seor Drew-, son muy frecuentes en las Salomón. Todos los blancos acaban teniendo
eccemas y lceras.
-Y usted tambin los ha padecido? -le preguntó Martin, aunque en el fondo le pareca
inconcebible que un misionero de la Iglesia anglicana pudiese estar afectado por algo tan vulgar.
El seor Drew asintió con la cabeza y le dijo que no sólo haba tenido, sino que en ese momento
estaba curndose unas cuantas.
-Y con qu se las cura? -preguntó Martin en el acto.
A m casi se me paró el corazón esperando a or la respuesta. Pues esa respuesta era la que poda
aumentar o destruir mi prestigio mdico. Martin, como pude observar, estaba seguro de que me
hundira. Y luego llegó la respuesta
-Magnfica respuesta!
-Sublimado corrosivo -contestó el seor Drew.
Martin lo encajó con dignidad, he de reconocerlo, y estoy seguro de que si, en ese momento, le
hubiese pedido permiso para arrancarle una muela no se habra opuesto.
Todos los blancos que viven en las islas Salomón acaban con lceras, y cada corte o rozadura
acaba convirtindose en una nueva llaga. Todos los blancos que he conocido las haban tenido, y
nueve de cada diez las tenan activas. Sólo he conocido una excepción, un tipo joven que pasó
cinco meses en las islas; contrajo las fiebres a los diez das de llegar y desde entonces ha estado
tantas veces en cama con fiebre que no ha tenido oportunidad de llegar a tener lceras.
Todos los del Snark, a excepción de Charmian, padecamos esas lceras. Ella mostraba el
mismo tipo de egosmo del que antes haban hecho gala los de Japón y Kansas. Atribua su inmuni
dad a la pureza de su sangre, y a medida que iban pasando los das tambin iba en aumento el
orgullo que senta por esta pureza. Personalmente, creo que su inmunidad se deba a que, al ser
una mujer, se libraba de la mayora de los cortes y rozaduras a que estbamos sometidos los
hombres en nuestra dura tarea de conducir el Snark alrededor del mundo. Nunca se lo dije de esta
forma. El caso es que no deseaba destrozar su ego con unos hechos tan evidentes. Pero al ejercer
Librodot El crucero del Snack Jack London [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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