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cuanto a m, podis estar seguros, ser a la vez vuestro padre y vuestro
hermano. Dadme vuestro amor, yo os dar mi solicitud. Llorad al
Enrique muerto; tambin le llorar yo. Pero vive un Enrique que
convertir esas lgrimas en otras tantas horas de alegra.
LOS PRNCIPES.- No esperamos otra cosa de Vuestra Majestad.
REY ENRIQUE V.- Me miris todos de extraa manera; (al lord
Justicia) sobre todo vos. Estis seguro, pienso, que no os tengo afecto.
LORD JUSTICIA.- Estoy seguro, si se me juzga rectamente, que
Vuestra Majestad no tiene justo motivo de odiarme.
REY ENRIQUE V.- No, eh! Cómo puede un prncipe llamado como
yo a tan altos destinos, olvidar las graves indignidades que me habis
hecho sufrir? Cómo! Regaar, censurar y enviar rudamente a la
prisión al heredero inmediato de la corona? Eso es sencillo? Puede eso
ser lavado en el Leteo y olvidado?
LORD JUSTICIA.- Representaba entonces la persona de vuestro padre
y la imagen de su poder estaba en m. En la administración de justicia
estaba yo encargado del inters pblico, cuando plugo a Vuestra
Alteza olvidar mi dignidad, la majestad y el poder de la ley y la
justicia, la imagen del rey que yo representaba, llegando hasta
pegarme sobre mi sitial mismo de Juez. Entonces, como contra un
ofensor de vuestro padre, hice uso enrgico de mi autoridad y os hice
arrestar. Si el acto era vituperable, debis resignaros, ahora que llevis
la diadema, a ver un hijo burlarse de vuestros decretos, a arrancar la
justicia de vuestro augusto tribunal, echar por tierra la ley y embotar
la espada que guarda la paz y la seguridad de vuestra persona, que
digo, a desdear vuestra real imagen y mofarse de vuestros actos
hechos por un segundo vos mismo. Interrogad vuestra real
inteligencia, haced vuestro el caso, sed ahora el padre y suponed el
hijo; od que vuestra dignidad ha sido de esa manera profanada, ved
vuestras leyes ms formidables tan aturdidamente escarnecidas,
figuraos vos mismo as despreciado por un hijo o imaginadme
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entonces a m tomando vuestro partido y, en uso de vuestra autoridad,
reduciendo vuestro hijo dignamente al silencio. Despus de ese fro
examen, sentenciadme y, como sois rey, declarad, en esa calidad, lo
que haya hecho que menoscabe mi puesto, mi persona o a la soberana
de mi seor.
REY ENRIQUE.- Estis en la verdad, Juez, y pensis muy bien las
cosas. Conservad, pues, la balanza y la espada. Deseo que vuestros
honores se acrecienten hasta que vivis bastante para ver un hijo mo
ofenderos y obedeceros como lo he hecho. Pueda yo tambin vivir para
repetir las palabras de mi padre: Feliz soy en tener un servidor tan
enrgico para tener el valor de hacer justicia en mi propio hijo y no
menos feliz en tener un hijo que as entrega su grandeza al brazo de
la justicia. Me habis hecho, arrestar; por eso coloco en vuestras
manos la inmaculada espada que estis habituado a llevar con esta
recomendación: que la usis con el mismo enrgico, justo e imparcial
espritu, con que lo habis hecho contra m. He aqu mi mano; seris
un padre para mi juventud; mi voz har or aquello que insinuis a mi
odo y sujetar humildemente mis propósitos a la sabia dirección de
vuestra experiencia y vosotros todos, prncipes, creedme, os lo ruego.
Mi padre ha llevado consigo a la tumba mis desenfrenos, porque es
all que reposan mis afecciones. Yo sobrevivo con su reposado
espritu, para burlarme de la expectativa del mundo, para frustrar las
profecas, para destruir la carcomida sentencia que me ha condenado
segn mis apariencias. En m, la ola de la sangre ha rodado hasta
ahora locamente en vanidad; ahora se vuelve y refluye hacia el mar,
dónde va a confundirse en el dominio de las olas y correr en adelante
en la calma de la majestad. Convoquemos ahora nuestra alta corte del
parlamento y elijamos de tal manera los miembros del noble Consejo,
que el gran cuerpo de nuestra nación pueda marchar en el mismo
rango que los pases mejor gobernados; que la guerra o la paz, o
ambas a la vez, sean para nosotros cosas familiares y conocidas, (al
lord Justicia) En lo que, padre, tendris la alta mano. Hecha nuestra
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coronación, reuniremos, como lo he recordado antes, todos nuestros
estados y- si Dios suscribe a mis buenas intenciones- ningn prncipe,
ningn par, tendr justa causa para desear que el cielo abrevie de un
solo da la afortunada vida de Enrique. (Salen)
ESCENA III
GLOUCESTERSHIRE- El jardn de la casa de Trivial.
(Entran Falstaff, Silencio, Bardolfo, el Paje y Davy)
TRIVIAL.- Bien, ahora veris mi huerta y bajo una glorieta
comeremos una manzana esperiega que yo he injertado con mi propia
mano, con un plato de ans y otras cosillas; vamos, primo Silencio y
luego a la cama.
FALSTAFF.- Vive Dios que tenis aqu una buena habitación y rica.
TRIVIAL.- Improductiva, improductiva, improductiva; parsitos
todos, parsitos todos, Sir John... Bah! el aire es bueno; sirve, Davy,
sirve, Davy. Bien, Davy.
FALSTAFF.- Este Davy os sirve para muchos usos; es vuestro criado
y vuestro labrador.
TRIVIAL.- Es un buen criado, un buen criado, un excelente criado,
Sir John... Por la misa! He bebido demasiado vino en la cena... Un
buen criado! Ahora sentaos, ahora sentaos; venid, primo.
SILENCIO.- Por mi fe, no haremos.
Ms que comer y banquetear (cantando)
Y agradecer al cielo el ao feliz;
Cuando la carne est barata y las hembras caras
Y que los robustos muchachos andan rondando
Tan alegremente
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Y por siempre alegremente.
FALSTAFF.- He ah un carcter alegre! Buen maese Silencio, una
copa al instante a vuestra salud!
TRIVIAL.- Servid vino a maese Bardolfo, Davy.
DAVY.- Mi dulce seor, sentaos; (haciendo sentar a Bardolfo y al
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